¿Quién fue Ana en la Biblia?

¿Conoces la historia de Ana en la Biblia ? ¿Sabes quién era esta mujer y por qué su historia se ha perpetuado en las sagradas escrituras? Si quieres saber más sobre este peculiar personaje bíblico, sigue leyendo este artículo.

Ana es un nombre muy común hoy en día. Este es un nombre bíblico que tiene un gran significado histórico y simbólico para el pueblo de Israel. Aprender acerca de Ana es comprender la relación de Dios con su pueblo y el trasfondo del ministerio profético. 

Ana fue la esposa de Elcana y madre de Samuel, fue una mujer piadosa y temerosa de Dios. Aunque era estéril, su condición no le impidió tener un hijo. Ana es sin duda una de las mujeres más conocidas de la Biblia aunque su historia es corta en la Biblia.

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¿Qué significa el nombre Ana?

El significado del nombre Ana proviene del original hebreo «חַנָּה» o su trasliteración «Channah«, más tarde del latín Anna , que significa «agraciada, llena de gracia».

Este nombre femenino refleja un simbolismo de regalo u ofrenda.

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¿Quién era Ana en la Biblia?

La historia de Ana en la Biblia se recoge en el libro del profeta Samuel en el Antiguo Testamento.

Para responder a esta pregunta hay que tener en cuenta que hay otro personaje con el nombre Ana en el Nuevo Testamento.

En su forma hebrea, «Channah», aparece como el nombre de la madre de Samuel en el Antiguo Testamento, y en su forma griega, «Hanna», aparece como el nombre de una profetisa en el Nuevo Testamento que esperaba el nacimiento del Mesías (Lucas 2:36).

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La historia de Ana, la madre de Samuel

Ana fue la madre del profeta Samuel, uno de los profetas más importantes del Antiguo Testamento. Su historia se encuentra en los dos primeros capítulos del primer libro de Samuel.

Ana era una de las dos esposas de Elcana, siendo la favorita de su marido. Elcana era un levita del linaje de Coat, pero que no pertenecía a la familia sacerdotal, y que vivía en Ramataim de Zofim, una región montañosa de Efraín.

Ana era estéril, y es posible que Elcana se casara con una segunda esposa, Penina, para que pudiera darle hijos.

Aunque no era el modelo ideal aprobado por el Señor con respecto al matrimonio, la poligamia era común en los tiempos del Antiguo Testamento. Sin embargo, la historia de Ana y Penina, así como la de Raquel y Lea, revela que este tipo de prácticas siempre iban seguidas de problemas en el hogar.

La rivalidad dentro del hogar era constante, ya que normalmente la esposa que no tenía hijos era humillada y acosada duramente por la esposa fértil. Este era el caso de Ana, que a menudo era atormentada por Penina.

Otra fuente de fricción era el favoritismo del marido hacia una de sus esposas. Ana, aunque era estéril, era la esposa favorita (1 Samuel 1:5-8), al igual que Raquel, también estéril, era la esposa favorita de Jacob.

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La oración de Ana

El esposo de Ana, al ser un hombre israelita, tenía el deber de asistir a tres fiestas anuales en el Santuario (Deuteronomio 16:1-17), por tanto, todos los años llevaba a su familia a Silo, donde se encontraba el Tabernáculo desde los días de Josué (Josué 18:1), para adorar y hacer sacrificios al Señor.

La cuestión de la esterilidad, combinada con la irritación de Penina, hizo que Ana se angustiara profundamente, por lo que lloraba y no comía (1 Samuel 1:8).

En uno de estos viajes a Silo, Ana fue a la puerta del Tabernáculo, y «con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar desconsoladamente» (1 Samuel 1:10). En su oración, Ana pedía un hijo, por lo que hizo un voto al Señor.

Ana prometió entregar a su hijo al Señor durante todos los días de su vida, y no pasar una navaja sobre su cabeza. Esta última característica demuestra que se trató de un voto nazareo (Números 6:5).

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Elí reacciona a la oración de Ana

Mientras Ana oraba con perseverancia, Elí, el sacerdote, la observaba. Se había dado cuenta de que Ana solamente movía los labios y no salía ninguna voz audible de su boca, y creyó que estaba borracha.

Cuando Elí le pidió a Ana que dejara el vino, ella le respondió diciendo que era una mujer angustiada que estaba allí derramando su alma al Señor, hablando desde su corazón sobre su dolor. Ana también le dijo al sacerdote: «No me tome usted por una mala mujer» (1 Samuel 1:14-16).

Elí la comprendió y le dijo: «Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido» (1 Samuel 1:17). Entonces, Ana se marchó de allí, y su semblante ya no estaba triste.

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El Señor concede el deseo de Ana

Después de que la familia de Elcana regresara a Ramá, la Biblia dice que el Señor se acordó de Ana, y después de un tiempo concibió un hijo, al que llamó Samuel.

Cuando aún era pequeño, Ana entregó a Samuel en el Tabernáculo al cuidado de Elí, tal como lo había prometido.

Cada año, cuando iba al Tabernáculo, Ana tenía la costumbre de llevarle a Samuel una prenda nueva. Este hijo suyo fue uno de los hombres más notables de la Biblia, que aparece en el libro del profeta Jeremías en un grado de importancia similar al de Moisés (Jeremías 15:1).

Fue Samuel quien, utilizado por el Señor, ungió a los dos primeros reyes de Israel, Saúl y más tarde David.

Tras el nacimiento de Samuel, Ana fue madre de otros cinco hijos, tres varones y dos mujeres (1 Samuel 2:21).

La canción de Ana

En el capítulo 2 del primer libro de Samuel podemos leer el cántico de Ana (1 Samuel 2:1-10). El contenido de esta canción es sin duda muy significativo. En ella, Ana reconoció la gracia, el poder, la santidad y la soberanía de Dios.

Sin duda, también podemos afirmar que se trata de un canto profético, en el que Ana, aunque sea muy vagamente, predijo la aparición del Ungido de Dios, diciendo «fortalecerá a su rey y enaltecerá el poder de su ungido» (1 Samuel 2:10).

El término para ungido es Mashiach, de donde proviene la palabra «Mesías», utilizada por primera vez en el Antiguo Testamento en esta oración de Ana.

Otra característica interesante de este canto de Ana es que tiene muchas similitudes con el canto de María cuando se le anunció el nacimiento de Jesús (Lucas 1:46-55).

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La historia de Ana, la profetisa

La otra Ana que aparece en la Biblia se menciona en el Nuevo Testamento en el Evangelio de Lucas (Lucas 2:36-38). Ana era viuda, hija de Fanuel, descendiente de la tribu de Aser, y se la designa como profetisa.

Ana era una mujer de avanzada edad que había estado casada durante siete años antes de enviudar. El texto bíblico nos dice que incluso a la edad de 84 años no abandonó el Templo, sirviendo a Dios día y noche, con ayunos y oraciones.

Esto no significa que Ana viviera en el Templo, sino que permanecía allí constantemente, asistiendo a los servicios matutinos y vespertinos. El relato de Lucas sugiere que, al igual que Simeón, Ana formaba parte del remanente que «esperaba la consolación de Israel» (Lucas 2:25).

Al oír las palabras de Simeón, Ana dio gracias a Dios por el cumplimiento de sus promesas, reconociendo y proclamando que Jesús era realmente el Mesías.

Te recomendamos el siguiente video sobre Ana, la madre de Samuel.

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