¿Qué es el pecado según la Biblia?

El pecado es algo que empezó en el ser humano cuando Adán y Eva desobedecieron al Señor, y como consecuencia de esta acción, entró la muerte a todo ser humano (Romanos 5:12). Desde ese momento, todo ser humano que existe y ha existido, pasará por la muerte.

Todo hubiera sino muy lindo si Adán y Eva no hubieran transgredido las normas de Dios, desafortunadamente el diablo engañó a Adán y a Eva y todo cambió para el hombre. Por tanto, veamos lo que dicen las Sagradas Escrituras sobre lo que es el pecado, lo que significa y lo que Dios quiere que hagamos para evitarlo.

El pecado es todo lo que transgrede la Ley de Dios, siendo contrario a Su carácter. De este modo, el hombre peca tanto por no hacer lo que agrada a Dios como por hacer lo que le desagrada. La doctrina del pecado es bastante exhaustiva en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

¿Qué significa el pecado en la Biblia?

En la Biblia hay varios términos que se utilizan para referirse al pecado y que tienen diferentes significados. De hecho, el pecado es tratado en una materia que se llama la Hamartología, que viene de la palabra griega hamartia (ἁμαρτία), que significa pecado.

Además, es importante entender los términos de pecado a veces son usados para referirse al mal en su sentido más amplio y genérico, y no necesariamente al pecado, como por ejemplo, al mal físico (enfermedades, etc.), aunque este mal genérico sea, en última instancia, resultado, consecuencia o castigo del pecado.

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De acuerdo a lo anterior, se pueden encontrar palabras hebreas y griegas que se refieren al pecado con diferentes significados, veamos algunas de ellas:

Palabras Hebreas referentes al pecado

• Chatta’th, significa algo así como «desviarse del camino», «perder el objetivo», en el sentido de un error o desviación deliberada.
• Avon, designa un tipo de «falta de integridad», «deshonestidad», «iniquidad» al apartarse intencionadamente del camino de la rectitud.
• Pesha, transmite la idea de rebelión y rebeldía contra una autoridad legítima, algo así como «romper el pacto».
• Rasha, significa «maldad», implicando siempre el sentido de «culpa moral» al evadir impíamente las normas establecidas.
• Asham, «culpa».
• Ta’a’, «andar mal»; etc.

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Palabras Griegas referentes al pecado

• Hamartia, es la palabra más completa para designar el pecado en el Nuevo Testamento y significa una desviación en el camino de justicia del Señor.
• Adikia, injusticia, iniquidad, maldad.
• Anomos, utilizada para referirse a quien transgrede la Ley.
• Paraptóma, algo así como «una ofensa o transgresión deliberada».
• Ponéros, suele referirse a la «iniquidad moral»; etc.

Todos estos términos, son traducidos en la Palabra de Dios y revelan el pecado en sus más diversos aspectos, como: pecado, maldad, depravación, culpa, iniquidad, perversidad, desobediencia, rebeldía, injusticia, prostitución, impiedad, inmoralidad, entre otros.

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¿Qué dice la Biblia sobre el pecado?

La Biblia dice que el pecado es una rebelión grave y deliberada contra Dios, que naturalmente se traduce en la transgresión de su Ley. Aunque las Escrituras revelan explícitamente esta verdad, también establecen claramente que el hombre es quien elige desobedecer a Dios y a Su voluntad; dejando claro que es responsabilidad del hombre su transgresión.

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La Biblia enseña que el pecado entró en la humanidad cuando Adán y Eva decidieron libremente pecar contra el Señor (Génesis 3). A partir de entonces, el pecado gobernó en la naturaleza humana de tal manera que lo convirtió en un ser completamente depravado, incapaz de liberarse del pecado y de hacer el bien en relación con Dios.

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En otras palabras, después de la caída del hombre, el pecado reinó en su naturaleza, ocasionando que todas sus facultades, incluyendo sus decisiones, deseos y voluntades, se inclinen al mal (Romanos 3:10-12). Por tanto, no hay ningún hombre o mujer en la tierra que no posea una naturaleza caída, pues todos están destituidos de la gloria de Dios.

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¿Qué es el pecado original?

El estado donde el hombre peca no por imitación o influencia externa, sino que se deriva de la raíz de la raza humana, es decir, por el pecado de Adán, se llama «el pecado original»; pues no se produce por influencia sino por naturaleza y por ello todos los hombres nacen con una naturaleza depravada y corrupta (Romanos 5:12).

Este pecado original es también la raíz de todos los pecados cometidos por los hombres a lo largo de su vida. Estos pecados tienen su origen en el pecado original, y de no arrepentirse por cometerlos delante de Dios, ocasionará que aquellas personas estén a las puertas de la muerte eterna.

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¿Cómo peca el hombre?

La Biblia dice que la capacidad que tiene el hombre para pecar es increíble. Es decir, los pecados del hombre pueden ser de muchas maneras, tanto interiores (malos pensamientos, codicia, lujuria, etc.) como exteriores (robar, mentir, corrupción, etc.).

Por tanto, es correcto decir que el hombre peca tanto por sus pensamientos como por sus actos, así también como por sus palabras e incluso por omisión, cuando se hace indiferente a la injusticia y a la maldad. Y en todos estos casos, Dios exige el castigo de todo tipo de pecado (Mateo 12:36; 1 Corintios 4:5; Apocalipsis 20:12).

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Los castigos y las consecuencias del pecado

El carácter santo de Dios exige que también seamos santos en nuestra forma de vivir (1 Pedro 1:16). Naturalmente, debido a este estándar de santidad, la justicia de Dios requiere que todos los pecados sean castigados. Este castigo ocurre tanto en esta vida como en la vida futura.

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El Señor afirma en Su Palabra que la gran consecuencia y castigo del pecado es la muerte. El pecado paga con muerte, en este sentido, hay que entender que no solo significa la muerte física, sino la muerte espiritual y la muerte eterna.

A causa del pecado no solamente entró la muerte física, sino también los sufrimientos de la vida, estos son el resultado del pecado en el mundo. Tales sufrimientos y aflicciones son comunes en la vida del hombre tanto física como mental y emocionalmente.

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Entonces, es por el pecado que el hombre experimenta las más variadas consecuencias por sus actos pecaminosos. Y este castigo proviene tanto en las consecuencias naturales de su pecado (Proverbios 5:22) como también, por el castigo directo de Dios (1 Crónicas 10:13; Salmos 11:6).

Otra de las consecuencias por el pecado es la separación del cuerpo y el alma en la muerte física, donde la Biblia afirma que este final es consecuencia y castigo por del pecado (Génesis 3:19; Romanos 5:12-21; 1 Corintios 15:12-23).

La muerte espiritual, por otra parte, significa básicamente la separación de Dios (Ezequiel 18:4,20; Romanos 5:12; 6:16-23; Santiago 1:15), pues el Dios santo y justo no puede tener comunión con el hombre impuro, injusto y totalmente depravado.

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Si el hombre, por naturaleza esta muerto en delitos y pecados, no es vivificado por la acción soberana de Dios (Efesios 2:1-11), su muerte espiritual lo llevará a la muerte eterna, lo que implica la triste realidad de que el impío sufrirá, por toda la eternidad, el castigo de la santa ira de Dios, de esta forma, el pecador será atormentado por los siglos de los siglos (Apocalipsis 14:11).

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¿Es posible liberarse del pecado?

El hombre, por sí mismo, no tiene ninguna posibilidad ni capacidad de liberarse del pecado por sí mismo. Por esta razón necesita la obra salvador del Señor Jesucristo, el salvador que Dios ha provisto para salvar al hombre del pecado. Sin embargo, para alcanzar la salvación de Dios, es necesario nacer de nuevo.

En el nacimiento de nuevo, el hombre es liberado de la culpa del pecado, recibiendo el perdón de Dios a través de la justificación. Luego, el hombre redimido es liberado del poder del pecado, en un proceso de por vida que la Biblia llama santificación.

Finalmente, el hombre se liberará de la presencia del pecado, y esto ocurrirá en la glorificación de los santos, es decir, en la resurrección de los muertos en el regreso de Cristo. Así, los redimidos recibirán un cuerpo glorioso que ya no estará sujeto al pecado (1 Corintios 15:54).

Sin embargo, mientras vivamos en este mundo, aunque estemos justificados por el Señor, todo creyente seguirá sujeto al pecado (1 Juan 1:8-10), pero el Espíritu Santo, el consolador, capacitará cada día al creyente a vivir una nueva vida en Cristo, en la cual el pecado no gobierna, sino que su vieja naturaleza es sometida a la obra transformadora de Cristo la cual domina ahora su vida (Romanos 6:1-13; 8:1-4).

De esta forma el pecador redimido, ya no caminará según la carne y sus malas obras, sino conforme al Espíritu, donde empieza un proceso de santificación que durará hasta el final de su vida y en el cual reflejará la obra de Cristo con los frutos de su conversión.

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