Uno de los grandes atributos de Dios es que es un Dios de Pactos, un Dios que con el pueblo fiel y obediente derrama bendiciones sobrenaturales. Ese es el caso que estudiaremos en este artículo, de cómo Abraham esperó en el Señor y por qué su hijo Isaac, llegó a llamarse, el hijo de la Promesa.
Para la mayoria de creyentes es muy conocida la historia de Abraham y Sara, los cuales eran muy ancianos y no tenían hijos, sin embargo, Dios al conocer la fidelidad de su siervo Abraham, le hizo una gran promesa, por tanto, veamos por qué Isaac es el hijo de la promesa y su importancia.
Isaac es el hijo de la promesa porque fue a través de su linaje que Dios cumplió su promesa a Abraham, para hacer de su descendencia una gran nación a través de la cual el Mesías vino al mundo. (Génesis 12:3; Gálatas 3:16).
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La promesa de Dios a Abraham
Es más fácil entender por qué Isaac es el hijo de la promesa cuando miramos un poco más allá en la historia de Abraham. La Biblia dice que Dios sacó a Abraham de en medio de la idolatría, lo llamó para que dejara su casa y fuera a una tierra que Él le mostraría. Pero este mandato estaba directamente relacionado con la promesa de que Dios haría de Abraham el padre de una gran nación.
Abraham obedeció fielmanete al Señor y se dirigió hacia la Tierra Prometida desde la ciudad de Harán, cuando tenía 75 años. Sin embargo, una de las características de Abraham es que en ese tiempo aún no tenía hijos.
Abraham pensó que las promesas de Dios se cumplían rápidamente, pero no fue así. Dios tenía un tiempo determinado para cumplir con su voluntad soberana; y señaló un tiempo para cumplir su promesa el cual era desconocido por Abraham.
La promesa de Dios tardó 25 años en cumplirse, hasta que Abraham tuvo 100 años de vida. Eso significa que desde la salida de Abraham de Harán hacia Canaán en respuesta al mandato del Señor, el Señor trabajó en la paciencia y el caracter de Abraham y Sara durante largos años.
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El nacimiento del hijo de la promesa
El nombre de Isaac significa «risa» o «Aquel con el que Dios reirá». Este nombre fue elegido por Dios para ser dado al hijo de la promesa (Génesis 17:19). Cuando Dios prometió que Abraham y Sara serían padres, Abraham rió de alegría y gozo (Génesis 17:17), además fue justamente en ese momento que el nombre de Abram fue cambiado a Abraham.
Más tarde, cuando Dios renovó esa promesa, a Sara le tocó reírse porque le parecía imposible que una mujer tan anciana pudiera tener un hijo. Pero cuando finalmente nació Isaac, el hijo de la promesa, entonces Sara declaró que Dios sí le había dado un motivo para reír (Génesis 21:6).
Debido a la impaciencia de Abraham y Sara, a los 86 años Abraham engendró a Ismael con Agar, una esclava egipcia de su casa. Pero pronto la relación entre Sara, Ismael y Agar se complicó. De hecho, mientras Sará amamantaba a Isaac, cuando entonces Ismael tenía unos 16 años, se burló del bebél, y esto parece haber sido la causal para que Sara pidiera a Abraham que expulsara de su casa a Ismael y a Agar.
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Abraham se preocupó sobre el futuro de su hijo, el cual era legítimo y lo quería. Pero Dios le dijo a Abraham que, Ismael tenía que marcharse y le aseguró a Abraham que cuidaría de Ismael y también haría de él una gran nación.
Importante: Aunque los descendientes de Ismael e Isaac siempre tuvieron conflictos, la Biblia no muestra ningún desacuerdo personal entre Ismael e Isaac. De hecho, la Biblia registra como los dos hermanos se unieron para enterrar el cuerpo de su padre.
La prueba de Isaac, el hijo de la promesa
Isaac, el hijo de la promesa, era inevitablemente el centro de todas las esperanzas de Abraham por lo que Dios le había prometido. Pero en un momento dado Dios ordenó a Abraham que ofreciera a Isaac como holocausto.
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Que situación tan díficil, pues Abraham iba a perder a su amado hijo al que tanto esperó, Abraham también tendría que enfrentarse a la posibilidad de desobedecer la orden de Dios o ver la posibilidad de que las promesas de Dios no se cumplieran.
Sin embargo, Abraham volvió a mostrar una fe inquebrantable. No cuestionó a Dios, no le preguntó tan siquiera el motivo de esa decisión, sino que fue obediente y creyó que aunque Isaac muriera, Dios podría resucitarlo para que se cumpliera la promesa (Hebreos 11:19).
No sabemos exactamente qué edad tenía Isaac en el momento de esa prueba. Posiblemente era un adolescente, debido a que era lo suficientemente fuerte para llevar la leña para el holocausto mientras subía a la montaña de Moriah (Génesis 22:6).
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De esta forma, podemos ver que la prueba no solamente fue para Abraham, sino que Isaac también fue probado en aquella experiencia en Moriah. Ciertamente Isaac también profundizó su relación con Dios. Si bien el pasaje bíblico describe el alcance de la fe de Abraham, también describe la fidelidad, la obediencia y la confianza de Isaac al dejarse atar y poner sobre el altar para ser sacrificado.
Pero antes de que Abraham lanzará el cuchillo sobre su hijo Isaac, el hijo de la promesa y fuera sacrificado, Dios ordenó detener el sacrifició y preparó un cordero para sustituir a Isaac. En cierto sentido, podemos entender que ese cordero prefiguraba a Cristo, el Cordero que Dios proveyó para quitar el pecado del mundo.
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El matrimonio de Isaac, el hijo de la promesa
La Biblia dice que Abraham no quería que Isaac tomara como esposa a una de las mujeres cananeas. Por tanto, envió a su siervo de mayor confianza la tarea de buscar una esposa para Isaac en su propia. Abraham creía que Dios garantizaría el éxito de esa misión. Del mismo modo, el siervo de Abraham confió, y el Señor preparó a Rebeca para ser la esposa de Isaac.
Isaac tenía 40 años cuando se casó con Rebeca. Es importante señalar que el matrimonio de Isaac fue concertado (Génesis 24). Los matrimonios concertados eran muy comunes en aquella época. Incluso a la luz del texto bíblico de Génesis 24, podemos ver que el matrimonio entre Isaac y Rebeca se ofició según las normas de su tiempo, todavía en la casa de la familia de la novia.
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Esto significa que cuando Rebeca salió de su casa y acompañó al siervo de Abraham, en ese momento ya era oficialmente la esposa de Isaac, aunque no lo conociera personalmente. Por lo tanto, cuando la Biblia registra el encuentro de Isaac y Rebeca, informando que Isaac llevó a Rebeca a su tienda y la tomó por esposa, Isaac y Rebeca ya estaban legalmente casados.
Las pruebas de Isaac, el hijo de la promesa
La vida de Isaac no fue color de rosa, al contrario, la Biblia registra que el matrimonio de Isaac y Rebeca pasó por pruebas. Rebeca tuvo que enfrentarse al dolor de no poder tener hijos. Sin embargo, la Biblia dice que Isaac intercedió ante el Señor y, tras veinte años de matrimonio, Isaac y Rebeca pudieron finalmente engendrar a los gemelos Esaú y Jacob (Génesis 25:26). Para entonces, Isaac, el hijo de la promesa, tenía sesenta años.
Isaac tuvo mayor estima por Esaú, su hijo primogénito. Así que cuando sus dos hijos eran hombres adultos, Isaac fue engañado por Jacob con la ayuda de Rebeca. Recibió la bendición de hijo primogénito en lugar de su hermano Esaú.
Obviamente, ese astuto plan de Jacob y Rebeca sorprendió a Isaac, pero lo cierto es que todo ocurrió según el propósito de Dios. Incluso antes de que nacieran los gemelos, Dios ya había anunciado que el hijo mayor serviría al menor (Génesis 25:23).
La insistencia de Isaac en Esaú, en cierto sentido, era un reflejo de su falta de discernimiento espiritual. En la carta a los Romanos, el apóstol Pablo hizo una clara exposición de la elección soberana de Dios para Jacob (Romanos 9:11-13).
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El ejemplo de Isaac, el hijo de la promesa
La Biblia dice que Isaac tuvo mucho éxito. Dios le bendijo y acumuló riqueza y poder a lo largo de los años (Génesis 26:13-16). Pero Isaac no era perfecto. En una ocasión mintió, y luego dejó que sus pretensiones personales causaran conflictos dentro de su propia casa, ya que también era reacio y lento para ver el propósito del Señor para su descendencia.
Pero a pesar de todo esto, Isaac fue un ejemplo de fe, obediencia, perseverancia y carácter. Para algunas personas la vida de Isaac, el hijo de la promesa, puede no haber sido tan espectacular como la vida de Abraham, el padre de la fe; o quizás no tan intensa como la vida de su hijo Jacob, el padre de las doce tribus de Israel.
Sin embargo, su relación con Dios lo colocó en la galería de los héroes de la Fe (Hebreos 11). Y así, Isaac, el hijo de la promesa, fue la prueba viviente de la fidelidad del Señor, tipificando la libertad de la gracia de Dios, que también nos hace hijos de la promesa como Isaac (Gálatas 4:21-31).
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