¿Conoces la historia de Hageo en la Biblia? ¿Sabes quién era este hombre y por qué su historia fue tan importante en la reconstrucción del Templo de Jerusalén? Si quieres saber más sobre este importante personaje del Antiguo Testamento, sigue leyendo este artículo.
El profeta Hageo fue el autor del libro del Antiguo Testamento que lleva su nombre. Hageo fue un profeta que vivió en Jerusalén poco después de que los judíos regresaran del exilio en Babilonia.
Hageo es uno de los doce profetas menores. Vivió en la época de la reconstrucción del templo de Jerusalén. Dios lo usó para animar a los judíos a completar la obra a pesar de la oposición de sus enemigos. En su libro, invitaba al pueblo a dedicarse a Dios.
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Contenido
¿Qué significa el nombre Hageo?
El significado del nombre Hageo proviene del original hebreo «חַגַּי» o su trasliteración «Chaggay», que significa «nacido en un día festivo».
Es posible que se le diera este nombre por haber nacido en algún día importante de las fiestas judías. Si es así, esto también puede implicar que sus padres eran temeros de Dios.
Algunos autores lo traducen como «alegría» o «festivo», desfigurando el significado original del significado real, y debe ser descartado.
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La historia del profeta Hageo
No hay ninguna referencia sobre quién era Hageo, aparte de lo que se revela en su libro en el Antiguo Testamento.
La única mención de Hageo en cualquier otro libro de la Biblia ocurre en el libro de Esdras (Esdras 5:1; 6:14), donde se le menciona junto al profeta Zacarías como alguien que profetizó en nombre del Dios de Israel a los judíos que estaban en Judá y Jerusalén.
Es muy probable que el profeta Hageo naciera en Babilonia, y que fuera a Jerusalén después del decreto del 538 o 537 a.C. emitido por Ciro, rey de Persia, que permitió a los judíos regresar a su patria (2 Crónicas 36:22-23; Esdras 1:1-4).
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El profeta Hageo regresó a Jerusalén siendo un niño
Dado que el profeta Hageo no se menciona hasta aproximadamente el año 520 a.C., algunos sugieren que todavía era un niño en el momento del decreto, y que había regresado del exilio con sus padres.
Otros apuntan también a la posibilidad de que el profeta Hageo regresara con un nuevo grupo de exiliados por la misma época, pero en este caso podría ser un joven o un adulto.
Sea como fuere, lo que se sabe es que el profeta Hageo fue testigo, de alguna manera, de la creciente apatía durante el período postexílico y, en el momento oportuno, fue utilizado por Dios como profeta entre su pueblo.
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Hageo y la reconstrucción del Templo de Jerusalén
De los relatos de su libro podemos deducir que Hageo fue un profeta muy activo en Judá durante el período de la reconstrucción del segundo Templo, aproximadamente en los años 520 y 515 a.C. Como ya se ha dicho, el profeta Ageo fue contemporáneo de Zacarías.
Cuando los exiliados regresaron del cautiverio, empezaron a reconstruir el Templo con bastante entusiasmo en torno al año 536 a.C. Sin embargo, debido a la oposición de los samaritanos, la reconstrucción se detuvo hasta que se reanudó de nuevo en el año 520 a.C. (Esdras 4:4-5,20).
También existe la posibilidad de que los merodeadores persas, alrededor del año 525 a.C., castigaran a Palestina hasta tal punto que la reconstrucción del Templo pareciera algo prácticamente imposible.
Hageo y Zacarías, profetas de Dios
Después de estar suspendida la reconstrucción por quince años, el trabajo se reanudó gracias a los esfuerzos de Hageo y Zacarías (Esdras 6:14), quienes, con sus exhortaciones, despertaron al pueblo de su indolencia y lo llevaron a aprovechar la oportunidad favorable que se había presentado en un cambio en la política del gobierno persa.
Hageo y Zacarías llamaron al pueblo a arrepentirse de su falta de interés por las cosas de Dios. Desafiaron al pueblo a terminar el templo, a pesar de la oposición de los poderosos, y prometieron bendiciones para el pueblo cuando se volviera a Dios (Esdras 5:1-2).
El pueblo aceptó el reto y completó el templo en varios años (Esdras 6:14-15). Dios los bendijo y los protegió de todos su enemigos. Este templo reconstruido fue el que, unos siglos más tarde, fue visitado por Jesús.
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¿Cuál fue el mensaje predicado por el profeta Hageo?
Hageo fue levantado como profeta del Señor, para que profetizara al pueblo de tal manera que se animara a reconstruir el Templo y de eso se trató su mensaje (Hageo 1:12-15; Esdras 5:1-2; 6:13-15).
Ciertamente, la frase más conocida entre las profecías del profeta Hageo está registrada en los versículos 8 y 9 del capítulo 2 de su libro, donde se dice: «Mía es la plata, y mío es el oro. El esplendor de esta segunda casa será mayor que el de la primera. Y en este lugar concederé la paz, afirma el Señor Todopoderoso.»
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¿Cómo están organizadas las profecías de Hageo?
Las profecías contenidas en su libro están fechadas en el 520 a.C., que corresponde al segundo año del reinado de Darío I. Básicamente, las profecías de Hageo pueden organizarse en cuatro mensajes:
1. Llamó al pueblo a reconstruir el Templo, mostrando la importancia de abandonar la apatía en la que se encontraba el pueblo (Hageo 1:1-15).
2. El profeta Hageo habló de las bendiciones de Dios que se derramarían, y del potencial de mayor gloria que habría en el nuevo Templo (Hageo 2:1-9).
3. El profeta Hageo destacó las futuras bendiciones de Dios para un pueblo que se había corrompido (Hageo 2:10-19).
4. Hageo también profetizó sobre la promesa de Dios de la victoria de su pueblo sobre las naciones. En ese momento, Zorobabel, nieto del rey Joaquín, era el representante de la casa de David.
¿Qué podemos aprender del profeta Hageo?
Anque la vida del profeta Hageo es tiene muchas referencias y su libro es corto, podemos aprender algo muy importante. No podemos descuidar la obra de Dios.
Los judíos creían que no era el momento de construir el templo porque estaban más preocupados por sus propios negocios. Pero cuanto más se centraban en sí mismos e ignoraban las cosas de Dios, ¡peor les iba! Habían perdido de vista lo principal y estaban sufriendo las consecuencias (Hageo 1:9-11).
A menudo, con las preocupaciones de la vida, nos equivocamos en nuestras prioridades. Buscamos solo las cosas naturales y materiales, pero olvidamos las cosas de arriba, las eternas (Colosenses 3:2).
Sin embargo, la Biblia nos enseña a buscar primero el reino de Dios (Mateo 6:33). Cuando nos dedicamos a cumplir las cosas del Señor, Él se ocupa de todas nuestras necesidades. Entonces, entenderémos que si ponemos a Dios en primer lugar serémos bendecidos.
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