Algo que necesita ser proclamado en nuestros días es la verdad que se describe en este versículo de Romanos. Todos debemos tener muy claro que somos pecadores. Sin embargo, a causa de la autosuficiencia, la excesiva vanidad y nuestra cultura occidental, nuestra generación se ha vuelto ciega y no se da cuenta de que todos somos miserables pecadores.
Para crecer en Dios debemos comprender bien nuestra naturaleza pecadora, malvada y caída. No hay nada bueno en nosotros, es decir, en nuestra carne. Incluso los cristianos redimidos y santificados por la poderosa sangre de Cristo seguimos siendo pecadores, es por eso que en el presente artículo queremos estudiar el significado de Romanos 3:23.
Romanos 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios significa que todos los hombres, desde Adán hasta la actualidad son pecadores y son culpables de juicio eterno; por lo que todo hombre sin Cristo está desaprobado por el Señor.
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Romanos 3:23 Explicación y contexto
Para comprender el verdadero significado de Romanos 3:23 lo primero que debemos hacer es ver el contexto en el que fue dicho por el apóstol Pablo. Cuando analizamos eso, podemos observar que el apóstol dice que todos los judíos y los gentiles estan bajo pecado y que por tanto, no hay justo, ni aun uno (Romanos 3:9-12).
Por ese motivo, Romanos 3:23 se convierte en una de las declaraciones más importantes del Nuevo Testamento. En el contexto, el apóstol expone que todos los hombres son iguales, todos sin excepción alguna han pecado delante de Dios y ninguna ha podido cumplir la ley de Dios, quedando por tanto, bajo el juicio de Dios (Santiago 2:10), es en ese contexto que Pablo dijo:
Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23
El punto de Pablo es que no hay nadie que pueda ser salvado sin la obra de Dios a su favor, porque todos los hombres tenemos el mismo problema y requerimos la misma solución, la obra expiatoria de Su unigénito Hijo en la cruz del calvario.
¿Qué significa Romanos 3:23 por cuanto todos pecaron?
Muchas personas en el mundo se creen buenas, es decir, que hacen el bien y que por sus propias obras alcanzarán el favor de Dios, además no entienden por ejemplo por qué un bebé que acaba de nacer es llamado pecador, sino ha hecho nada malo, simplemente acaba de nacer.
Sin embargo, las Sagradas Escrituras nos aclaran esa situación diciendo que «No hay justo, ni siquiera uno» (Romanos 3:10), así por más que un niño recién nacido llegue a este mundo, inmediatamente se convierte en un pecador más, el cual necesita la salvación del Señor Jesucristo.
Pero, ¿por qué esta situación? ¿Por qué todos somos pecadores desde la concepción? (Salmo 51:5). La respuesta es muy simple porque Dios prometió a Adán que en cuanto desobedeciera a Dios comiendo del árbol prohibido de la ciencia del bien y del mal, moriría sin duda.
Por tanto, la rebelión de Adán trajo el pecado al mundo (Romanos 5:12), de modo que todos nacen en pecado, por lo tanto, todos somos pecadores y estamos destituidos de la gloria de Dios.
¿Qué significa estar destituidos de la gloria de Dios?
Para comprender un poco más el «estar destituidos» podemos ver el término griego usado por Pablo el cual es «hustereó«, que significa «son deficientes en cuanto a» o «estar desprovisto».
Esto quiere decir, que aunque los hombres se esfuercen por hacer buenas obras en su carne, por más buenas intenciones que tenga para justificarse delante de Dios como personas buenas, sus obras no tienen su aprobación; y por lo tanto todos estaban bajo condenación.
La palabra «gloria» en el griego es «doxa» la cual es usada a menudo en el sentido de alabanza o aprobación (Juan 5:41,44; Juan 7:18; Juan 8:50, 54; Juan 12:43), por lo cual estar destituidos de la gloria de Dios significa que todos los hombres están desprovistos de la aprobación del Señor.
Reflexión final sobre por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios
Gracias a la bendita provisión del Padre, aunque la humanidad entera sea pecadora y no tenga la aprobación de Dios en todas sus obras, el Padre proveyó a Su Hijo, el cual se hizo pecado por nosotros y nos redimió de la maldición de la ley (Gálatas 3:10).
Así, gracias a la bondad del Padre y de la muerte expiatoria de Su Hijo, todo aquel que crea en el Señor Jesucristo como Señor y Salvador y que Dios le levantó de los muertos será salvo y recibirá gratuitamente el perdón de los pecados (Romanos 3:24), ¡qué obra tan maravillosa!
Por eso, para ser salvados, debemos hacer que Cristo cambie de lugar con nosotros. Él fue totalmente justo y nunca pecó. Por tanto, al cambiar de lugar, el muere por nosotros y su justicia se nos imputa y nuestra pecaminosidad y desobediencia se le imputan a él para que pueda morir por nosotros y salvarnos de la muerte eterna.
Y tú, ¿Crees en Jesús como Señor y Salvador? ¿has nacido de nuevo?, él es el único camino para ser redimidos de nuestros terribles pecados y futura condenación.
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