No juzguéis, para que no seáis juzgados. Explicación Mateo 7:1-5

La afirmación «No juzguéis, para que no seáis juzgados» ha sido interpretada de muchas maneras a lo largo de la historia y de hecho, por desgracia, ha sido aplicada a menudo en un tono amenazante por muchas personas que intentan prohibir el juicio o la crítica en una determinada situación.

Pero, ¿es eso realmente cierto? ¿Prohibió Jesús que el cristiano juzgue? El presente artículo esta dedicado a ver lo que realmente significa en la Biblia la frase «No juzguéis, para que no seáis juzgados». Así que, acompañános en la lectura.

La afirmación «No juzguéis para que no seáis juzgados» establece la norma de juicio bajo la cual el cristiano debe juzgar, esa norma de juicio tiene una característica y es que, con la exigencia que juzgue a una persona, de la misma forma Dios lo juzgará.

Estudio y Explicación de Mateo 7:1-2

Cuando leemos la Biblia, no podemos interpretar un versículo fuera de su contexto. Si hacemos esto, entraremos en un error importante en la interpretación de las Sagradas Escrituras.

Justamente uno de los errores de interpretación de este pasaje, es que algunos estudian y concluyen el significado del mismo sin conocer el contexto y defienden la idea de que Jesús prohibió al cristiano juzgar.

En el pasaje Jesús dice claramente: «No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.» (Mateo 7:1-2).

Mateo 71-2 No juzguéis, para que no seáis juzgados

Cuando realizamos la lectura del contexto del capítulo 7 del evangelio de Mateo, podemos ver que es evidente que el mandato de Jesús es exactamente lo contrario de lo que la gente afirma.

En ningún momento Jesús prohibió al cristiano juzgar, sino que por el contrario, animó al creyente a hacerlo. Sin embargo, estableció un principio para que su juicio sea legítimo, el juicio es que, con la medida que él juzque, con esa misma medida será juzgado.

¿Qué significa no juzguéis para no ser juzgados?

Lo que significa Mateo 7:1 es que para juzgar a alguien, primero debemos someternos al mismo rigor de juicio. Esto significa que debemos examinarnos a nosotros mismos con los mismos criterios con los que pretendemos juzgar a nuestro prójimo. Sino, el riesgo de actuar con hipocresía es muy grande.

Justamente en el contexto del capítulo 7, unos versículos adelante, el Señor dijo: «¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.» (Mateo 7:5). Esto nos enseña que antes de juzgar debemos mirar en nosotros mismos.

Por tanto, antes de juzgar con afán y deseo a otra persona, primero debemos mirarnos a nosotros mismos teniendo discernimiento en el Señor porque en algún momento nosotros podemos estar en la misma situación del hermano.

El cristiano tiene el deber de juzgar

Después de estar seguros de que no hay nada que comprometa nuestra visión, entonces es nuestro deber juzgar (Mateo 7:5). Un juicio correcto evita que seamos cómplices de cualquier maldad.

Aunque hay muchas situaciones en las que hay que juzgar, el propio Jesús da un ejemplo de un tipo de juicio que deberíamos poder hacer.

Aconseja a sus seguidores que no den lo más preciado a los perros y a los cerdos (Mateo 7:6). Hay personas que no valoran en absoluto las cosas de Dios, y actúan como perros y cerdos, profanando lo que es sagrado.

El apóstol Juan también habló sobre la importancia de juzgar, el dijo: «No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio». Esto demuestra la importancia de juzgar, pero no de cualquier manera, sino de manera justa, considerando todas las cosas y aún considerándonos a nosotros mismos.

¿Cómo debemos juzgar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo?

De acuerdo a todo lo anterior, ¿Qué pasa cuando tengamos que juzgar a uno de nuestros hermanos en Cristo en relación con algo malo? Pablo nos enseña exactamente cómo proceder en esta situación:

«Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado» (Gálatas 6:1).

Por tanto, no podemos apresurarnos a hacer juicios apresuradamente, con dureza y sin tener en cuenta todas las circunstancias como lo hacían las costumbres de los escribas y fariseos, sino que por el contrario debemos hacer un juicio justo, aún teniendo presente que nosotros mismos en algún momento podríamos estar en una situación similar.

Aclaración Importante: Cuando por alguna razón debamos juzgar a alguien, debemos tener muy encuenta que no podemos ser permisivos con el pecado, esto para que no se mal interprete el considerarnos a nosotros mismos, pensando pasar por alto el pecado de alguien, para que cuando nos toque a nosotros, también pasen nuestro pecado por alto.

Conclusión sobre No juzguéis, para que no seáis juzgados

En conclusión, el juicio en muchas situaciones es necesario, pero el juicio debe tener propósitos bien definidos: preservar las verdades bíblicas y exhortar a alguien ayudándole a corregir lo que está mal.

Por lo tanto, cualquier juicio con una intención egoísta y altanera no es aprobado por Dios. Y cualquier juicio permisivo hacía alguien tampoco es aprobado por Dios, sino el justo juicio, aquel que cumple con la palabra de Dios, aquel que nos examina primero y por el cual también seremos juzgados.

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