Jeremías 17:5 Así ha dicho Jehová: ¡Maldito aquel que confía en el hombre, que pone su confianza en la fuerza humana, mientras su corazón se aparta de Jehová!
Maldito el hombre que confía en el hombre (Jeremías 17:5) significa que nadie debe poner su confianza en otra persona, por encima de la confianza que debe tener en Dios, es decir, nadie debe confiar más en ella misma o en otra persona que en Dios.
Una de las mayores características del hombre es tener confianza, para nadie es un secreto que en cierta manera, toda persona confía en diferentes cosas; en su profesión, su familia, un amigo, etc. Por lo general, tenemos confianza en quien nos rodea o en quien somos.
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Explicación de Maldito el hombre que confía en otro hombre
Muchas personas tiene dificultades para interpretar este versículo en la Biblia.
Algunas por lo general piensan que la declaración «maldito el hombre que confía en el hombre» enseña que está mal confiar en las personas, y que no debemos fiarnos de nadie. Sin embargo, eso no es lo que quiere decir el pasaje bíblico.
Si tomáramos el pasaje «Maldito el varón que confía en el hombre» de forma aislada a todo el pasaje Bíblico de Jeremías 17, ciertamente creeremos que la enseñanza prohíbe confiar en otras personas.
Sin embargo, en la profecía del profeta Jeremías leemos: «¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!.» (Jeremías 17:5).
Cuando realizamos una simple lectura del versículo entero, se puede observar cuál es su mensaje principal y cómo debe interpretarse.
Es decir, que puede ver como la reprensión y advertencia es para aquellos hombres que, apartan su corazón del Señor confiando en sus propias habilidades humanas e inteligencia propia.
De hecho, en este versículo Dios declara como malditos a los que se apartan de él; aquellos que ponen toda su confianza en hombres débiles y mortales, quienes en su estado caído tienen su voluntad corrompida y esclavizada por el pecado (Jeremías 17:9).
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Así que la declaración «maldito el hombre que confía en el hombre» es una reprensión en contra del concepto ilusorio y necio de la autosuficiencia humana.
Cuando continuamos con la lectura del pasaje, en el versículo 6 dice que estas personas que hacen esto son como una planta en el desierto que crece en tierra seca, en una tierra salada donde nada más habita allí (Jeremías 17:6).
Bendito el hombre que confía en el Señor
Al continuar leyendo, dos versículos después de esa declaración, encontramos a la persona que no confía en el hombre sino que confía en el Señor.
El profeta dice: «Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él.» (Jeremías 17:7).
Aquí podemos encontrar un contraste increíble entre las frases «Maldito el hombre que confía en el hombre» y «Bendito el hombre que confía en el Señor «.
El contraste en maravilloso, porque si el hombre confía en sus propias capacidades y saber el Señor lo compara con una zarza plantada sola en un desierto, sin embargo, el hombre que confía en el Señor y no en su capacidad o fuerzas es comparado con un árbol plantado junto a corrientes de aguas, cuyas raíces llegan hasta el arroyo.
Un árbol de estos, siempre esta bendecido y es guardado en temporadas de calor; ni aun en años de sequía se queda sin fruto (Jeremías 17:8).
Algo importante es que el profeta enfatiza en las condiciones físicas en donde se planta el árbol.
Una planta nunca está separada de la condición del terreno en el que se encuentra; no es suficiente en sí mismo. ¡También lo es el hombre! Confiando en su propia fuerza, nunca será bendecido.
Sin embargo, el hombre que confía plena y fielmente en Dios va a recibir bendición y va a ser fortalecido todos los días de su vida.
Este hombre, no tiene temor de los desafíos y las circunstancias de la vida, sino que como un árbol plantado junto al agua, permanece firme y fuerte incluso en las peores tormentas o sequías.
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¿Entonces no podemos confiar en el hombre?
De acuerdo a todo lo anterior, es claro que el versículo «Maldito el hombre que confía en el hombre» no prohíbe que tengamos confianza en otras personas.
De hecho, el Señor creó al ser humano para que viviera en una sociedad y disfrutara de relaciones interpersonales y familiares, y para nadie es un secreto que toda relación de amor y cariño se basa en la confianza mutua.
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Sin embargo, esa confianza no debe exceder los limites puestos por el Señor, es decir, una persona no puede llegar a convertirse en el centro de nuestra vida, porque ese lugar solamente debe ocuparlo Dios.
Al Señor nunca deberíamos intentar compararlo con nadie y ninguna persona debería tener un nivel de confianza tan alto como la que debes tener por Dios.
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Dios debe ser nuestra confianza y debe estar por encima de todo y de todos. Aunque tengamos personas muy amadas en las cuales confiemos plenamente, solo Dios es digno de tener toda nuestra confianza total y absoluta.
Y una de las formas de demostrarle al Señor que nuestra confianza esta depositada en él y no en los hombres es vivir de acuerdo a su perfecta voluntad y obedeciendo su preciosa palabra.
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