En la parábola de la oveja perdida, el Señor Jesús enseña que la salvación no se debe a nuestra búsqueda de Dios, sino a su búsqueda por nosotros. Los judíos enseñaban que antes de que se extendiera el amor de Dios al pecador, este debía arrepentirse.
El creyente no se arrepiente para que Dios lo ame, sino que Dios nos busca y encuentra revelandonos su amor para que nos arrepintamos. La parábola de la oveja perdida hace parte de una trilogía de parábolas (La oveja perdida, las diez dracmas y el hijo pródigo) que se encuentran en el evangelio de Lucas en el capítulo 15.
Estas tres parábolas hablan de algo muy semejante, pero con algunas variantes. Las tres parábolas representan el trabajo de la Trinidad. En la oveja perdida aparece el Pastor (Jesús) buscando la oveja; en la dracma el Espíritu Santo que la busca y en el hijo prodigo aparece el Padre recibiendo a su hijo.
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Contenido
Contexto de la parábola de la oveja perdida
La parábola de la oveja perdida habla del maravilloso amor de Dios. Esta parábola no solo está registrada Lucas, también se encuentra en Mateo (Mateo 18:12-14; Lucas 15:4-7). La parábola muestra cómo Dios busca activamente al pecador y se regocija al rescatarlo.
Jesús habla de un pastor que tiene cien ovejas. Pero una de esas ovejas acaba perdiéndose. Así que deja las noventa y nueve ovejas de su rebaño y va en busca de la oveja perdida. No se detiene, no se rinde hasta que la encuentra.
Cuando el pastor encuentra la oveja, la coloca sobre sus hombros con gran alegría. Y cuando llega a casa hace un gran festín y se regocija grandemente por haberla encontrado. Jesús finaliza diciendo: «… habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.» (Lucas 15:7).
Se puede observar al mirar los pasajes de Mateo y Lucas en su contexto, que Jesús contó esta parábola por lo menos dos veces. Esto significa que usó esta parábola con diferentes propósitos. Sin embargo, el mensaje principal de la parábola es el mismo.
La parábola de la oveja perdida en el evangelio de Mateo
En el Evangelio de Mateo, el contexto de la parábola de la oveja perdida es la enseñanza de Jesús de que Dios es un Padre amoroso. Cuida de su rebaño; Él pone a sus ángeles y usa todos los medios necesarios para hacer realidad sus propósitos.
Entonces, en Mateo 18:1, los discípulos le hacen a Jesús la siguiente pregunta: ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?. Para responder a esa pregunta, Jesús colocó a un niño en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.» (Mateo 18:3).
Entonces Jesús advirtió a los discípulos sobre el peligro de hacer que uno de los pequeños tropezara o incluso los despreciaran de alguna manera. Y fue en este contexto que Jesús contó la parábola de la oveja perdida. Su propósito era enfatizar que por más pequeño y menospreciado que se alguien en el mundo, para Dios es importante.
Nota: Jesús al usar un niño como ejemplo nos enseña que Dios, como pastor cuida de sus ovejas aunque sean pequeñas y a veces menospreciadas por otros. Pero ÉL, no permitirá que ninguna de las que le pertenecen se pierda.
La parábola de la oveja perdida en el evangelio de Lucas
En el Evangelio de Lucas, el contexto de la parábola de la oveja perdida muestra una situación en la que Jesús había estado rodeado de recaudadores de impuestos y pecadores que se reunieron a su alrededor para escucharlo. Los publicanos eran judíos que trabajaban para el Imperio Romano como recaudadores de impuestos.
Los judíos de la época consideraban a los recaudadores de impuestos como traidores que extorsionaban a sus propios hermanos. Los llamados «pecadores» eran todas las demás personas moralmente marginadas y con mala reputación. Estas personas no vivían según las normas de los rabinos; por eso eran excluidos de la sociedad judía por los líderes religiosos.
Jesús por el contrario, permaneció acompañado con esas personas; incluso se sentaba a la mesa a comer con ellos (Lucas 5:27-29). Y además, eligió a Mateo, un reconocido recaudador de impuestos, para ser uno de sus doce apóstoles. Tales cosas hicieron que los fariseos y los escribas se escandalizaran y murmuraran.
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Los escribas y fariseos no entendieron el motivo por el cual el Hijo de Dios vino al mundo, porque el vino a buscar y salvar a los perdidos. Entonces, Jesús para exponer el comportamiento reprobable e injusto de los religiosos, y al mismo tiempo ofrecerles una vez más la oportunidad de convertirse de sus pecados contó la parábola.
Explicación de la parábola de la oveja perdida
Jesús volvió a utilizar una práctica muy común para componer su historia y transmitir su enseñanza, debido a que pastorear ovejas era algo muy común en la época y era conocido por el pueblo que Dios mismo se presentaba como el Pastor de sus ovejas (Salmos 23:1; Isaías 40:11; Ezequiel 34:15,16).
Jesús comenzó la Parábola de la Oveja Perdida preguntando: «Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla?» (Lucas 15:4). Jesús enseña que todo pastor bueno y celoso buscará necesariamente la oveja descarriada. Actuará de esa manera incluso si eso significa dejar las otras 99 ovejas mientras busca una sola oveja descarriada.
El significado principal de la parábola es la gran fiesta y gozo que hay en el cielo cuando se encuentra a un pecador perdido (Lucas 15:7). Esta alegría es el resultado de la búsqueda y el cuidado providencial del Buen Pastor.
Sobre esto, el mismo Jesús con sus palabras y su obra reveló el alcance de este cuidado. En el Evangelio de Juan leemos la siguiente declaración del Señor Jesús: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas» (Juan 10:11).
¿Quiénes son las noventa y nueve ovejas?
Algo que se debe tener en consideración en las palabras de Jesús es que las noventa y nueve ovejas representan a personas justas que no necesitan arrepentimiento. Entonces, ¿Quiénes son estas personas? Existen diferentes interpretaciones que intentan dar respuesta a esta pregunta. Citaremos las dos principales:
1. La primera interpretación menciona que las 99 ovejas son las personas que verdaderamente hacen la voluntad de Dios y siguen sus mandamientos. Por supuesto que también hay gozo en el cielo por la conducta y vida de estas personas. Sin embargo, cuando un pecador se arrepiente, el gozo es aún mayor. Es como una oveja perdida que se ha recuperado, un dracma perdido que se ha encontrado y un hijo perdido que ha regresado a la casa de su padre.
2. La segunda interpretación menciona que las 99 son personas que solo tienen una apariencia de rectitud. Personas justas a sus propios ojos que creen que no necesitan arrepentimiento. Al considerarse justo, piensa que no tiene nada de que arrepentirse.
Si bien ambas interpretaciones son buenas y demuestran verdades confirmadas por las Escrituras, la segunda interpretación puede acercarse más al contexto de la Parábola de la oveja perdida en el Evangelio de Lucas.
Cuando Jesús contó esta parábola, estaba con los miserables pecadores que lo rodeaban para escuchar sus palabras. Mientras tanto, también había algunos representantes de los religiosos, que se enorgullecían de guardar la Ley. Estas personas se consideraban justas y murmuraban ante la actitud de Jesús.
En este sentido, parece claro que Jesús se refería a los fariseos y los escribas, junto con los que les seguían. Por lo tanto, probablemente los noventa y nueve justos representan a los murmuradores que confiaron en sus propias obras.
Nota: Independientemente de la interpretación que se adopte, lo importante es entender que el énfasis de la parábola es precisamente la oveja que se perdió, buscó, encontró y celebró. De esta forma, Jesús no permitirá que ninguno de los suyos se pierda.
Lecciones de la parábola de la oveja perdida
La parábola de la oveja perdida enseña cosas muy importantes para la vida cristiana. Primero, la parábola enseña que Dios no desprecia a ninguna persona. Por lo general, nosotros acostumbramos a menospreciar a las personas, sea por su condición de humildad o de riqueza.
Sin embargo, Dios conoce a cada uno de los suyos y los protegerá en todo tiempo. Porque al Señor ninguna de Sus ovejas se le puede perder definitivamente (Juan 10:28).
En segundo lugar, la parábola de la oveja perdida enseña que el pastor busca a sus ovejas. Cualquiera que haya visto un rebaño de ovejas y haya prestado atención a su comportamiento, sabe lo limitados que son en todos los sentidos. Las ovejas dependen completamente del pastor que las alimenta.
Es por eso que el pastor siempre está atento a cualquier problema que pueda ocurrir con su rebaño. Está comprometido a proteger a la manada de cualquier circunstancia imprevista.
De la misma manera Cristo, como pastor, va en busca del hombre que es totalmente incapaz de hacer nada por sí mismo. Es el pastor quien va en busca de la oveja, no la oveja que va en busca del pastor. ¡La salvación es del Señor! (Salmo 3:8).
En tercer lugar, la parábola de la oveja perdida enseña que debemos aprender de la actitud del Buen Pastor. Frente a los perdidos podemos adoptar diferentes actitudes. Podemos odiarlos, podemos ser indiferentes hacia ellos, podemos recibirlos si vienen a nosotros o, finalmente, podemos buscarlos.
En consecuencia, la Parábola de la oveja perdida también nos exhorta sobre el peligro de ser como los fariseos y los escribas. Debemos entregarnos a la tarea de anunciar el Evangelio que encuentra y restaura a los perdidos. Cristo no odiaba a los recaudadores de impuestos ni a los pecadores, ni les era indiferente. Al contrario, Jesús hizo más que simplemente darles la bienvenida. De hecho, él es a menudo quien fue en busca de los perdidos y despreciados (Lucas 19:10; Mateo 14:14; 18: 12-14; Juan 10:16).
El mensaje de la Parábola de la Oveja Perdida nos invita a una importante reflexión. Debemos preguntarnos constantemente: ¿Cuál ha sido nuestra actitud hacia los perdidos?.
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