ᐅ Qué significa donde están dos o tres reunidos en mi nombre

Definitivamente uno de los asuntos más difíciles dentro de la iglesia es el perdón. Cuando un hermano peca contra otro la Biblia habla acerca de llamarle la atención y el proceso para hacerlo. Este proceso en el que un hermano ofendió y pecó contra otro es llamado la disciplina de la iglesia.

La meta de un proceso de disciplina es la restauración, en el cual el agresor se arrepienta del pecado cometido contra su hermano en Cristo y pueda reconciliarse en el amor del Señor. La tradición judía requería al menos diez hombres «Minyan« para constituir una sinagoga, sin embargo el Señor concedió autoridad de iglesia a dos o tres.

«Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:20) significa que el Señor ha concedido autoridad a los creyentes para resolver las disputas en su nombre. Es decir, que Cristo autoriza que dos o tres puedan ejercer la disciplina sobre un miembro de la iglesia.

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Contexto de donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos

Muchas personas aplican este versículo de una manera ajena a su contexto. Normalmente la gente piensa que la promesa de Jesús: «Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» se refiere principalmente al momento de la adoración.

Por lo general, este versículo es usado en los servicios donde hay un grupo pequeño de personas reunidas. Y el razonamiento es que donde están dos o tres reunidos en el nombre de Jesús, Él estará presente.

Sin duda, donde la iglesia se reúne para adorar al Señor en obediencia a Su Palabra, Él estará presente, independientemente del número de personas.

El Señor Jesús garantizó estar con todo creyente todos los días hasta el fin del mundo; es decir, que esa promesa no esta condicionada a estar entre dos o tres (Mateo 28:20).

Es importante aclarar esto porque algunas hermanos piensan que el Señor no estará presente en sus devocionales diarios; porque Él mismo habría dicho que sólo estaría presente donde dos o tres se reunieran en Su nombre.

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Obviamente, esto no tiene ningún sentido. Incluso porque todo cristiano está invitado a reservar un momento de su día y, en un lugar privado, orar en secreto al Padre Celestial (Mateo 6:6).

Si el culto público es esencial para cada creyente que forma la Iglesia de Cristo, el culto privado también lo es. En ambos casos el Señor estará presente.

Donde dos o tres se reúnen en mi nombre

El Señor Jesús dijo: «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos», en un contexto en el que exhortaba a sus discípulos sobre cómo se debía tratar a un hermano culpable.

En este sentido, Jesús indica cuatro etapas para la aplicación de la disciplina a un hermano defectuoso.

En primer lugar, el Señor Jesús dice que si un hermano peca contra otro hermano, el ofendido debe tratar de mostrar al hermano errante su error.

Este primer paso debe hacerse en privado. Si el hermano infractor escucha la exhortación y se arrepiente, el problema queda resuelto en ese momento (Mateo 18:15).

En segundo lugar, si el hermano culpable no escucha la reprimenda privada, entonces una o dos personas deben ser tomadas como testigos de la reprimenda al hermano impenitente; según el principio registrado en la Escritura de que cualquier acusación debe ser confirmada por la palabra de al menos dos testigos (Mateo 18:16; cf. Deuteronomio 19:15).

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Pero en tercer lugar, si el hermano culpable sigue sin arrepentirse, entonces el caso debe ser expuesto a la Iglesia, que es la asamblea del pueblo de Dios. Pero si todavía esa persona culpable persiste en el error y se niega a escuchar a la Iglesia, entonces, en cuarto lugar, la persona debe ser excluida de la comunión del pueblo de Dios.

Esa persona debe ser tratada como alguien que todavía necesita una verdadera conversión (Mateo 18:17).

La validez de la disciplina

Después de exponer las cuatro etapas de la disciplina destinadas a restaurar al infractor, conduciéndolo amorosamente a la reconciliación, el Señor Jesucristo tiene cuidado de subrayar que es su propia autoridad la que hace legítimo este proceso de disciplina en la Iglesia.

Es en este sentido que Él dice que «todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo» (Mateo 18:18).

Y además, que si dos se ponen de acuerdo en la tierra, el Padre Celestial también lo hará (Mateo 18:19).

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Finalmente, Jesús explica por qué todo esto es posible. Dice: «Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:20).

Esto significa que el Señor Jesucristo mismo está presente para validar la actividad judicial de la iglesia al aplicar la disciplina a un miembro defectuoso.