¿Por qué se dividió el Reino de Israel en Norte y Sur?

El reino dividido en las Sagradas Escrituras hacen referencia al período en que Israel estaba dividida en dos reinos: el Reino del Norte y el Reino del Sur. Desde entonces, la Biblia llama al Reino del Norte como Israel, mientras que al Reino del Sur lo llama Judá.

La historia del reino dividido se recoge principalmente en los dos libros de los reyes (1 Reyes 12:1 – 2 Reyes 17:41). Pero también están los textos paralelos en los libros de Crónicas; además de los relatos presentes en los libros de los profetas mayores y menores.

El reino de Israel se dividió porque Roboam cuando asumió el trono, se negó a atender las quejas del pueblo. El Rey en lugar de escuchar al pueblo, escuchó a sus jóvenes consejeros, como consecuencia Israel se dividió en el Reino del Norte y el Reino del Sur.

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¿Por qué Israel se dividió en dos reinos?

El reino dividido se produjo después de la muerte del rey Salomón. Cuando en el 930 a.C., su hijo Roboam llegó al trono de Israel. En aquella época la nación de Israel estaba conformada por las doce tribus.

Sin embargo, en aquel momento había un gran descontento en el pueblo, especialmente por las tribus del norte. Salomón había cargado al pueblo con excesivas cargas fiscales.

Cuando Roboam asumió el trono, recibió estas quejas pero en lugar de escuchar la demanda del pueblo, el rey Roboam escuchó a sus amigos y dijo: «Si mi padre les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo. De modo que el rey no le hizo caso al pueblo…» (1 Reyes 12:14-15).

Con el desprecio del rey por las quejas del pueblo, las tribus del norte se levantaron en rebelión liderada por Jeroboam I. La revuelta dividió a la nación de Israel en dos partes, al reino de Israel en las tribus del norte y al reino de Judá en el sur.

Dios tenía el control del reino dividido de Israel

Al principio, Roboam llegó a reunir un ejército para tomar el control del hasta entonces recién formado Reino del Norte.

Sin embargo, Dios le prohibió a las tribus del sur cualquier acción militar en contra de las tribus del norte, porque no podían luchar en contra de sus propios hermanos.

Además, el Señor le explicó al pueblo que aquella división hacía parte de su plan soberano, para con el pueblo rebelde y que estaba bajo su total control, autoridad y voluntad (1 Reyes 12:24).

¿Cuál es el Reino del Norte?

Las diez tribus del norte se unirían a Jeroboam y lo harían su rey, iniciando el Reino del Norte, también conocido en las Sagradas Escrituras como el Reino de Israel.

Durante el reino dividido, la primera capital del Reino del Norte fue la ciudad de Tirsa, pero más tarde se convirtió en Samaria.

Precisamente en esta época comenzó la tensión que con el tiempo se convirtió en una gran rivalidad entre judíos y samaritanos.

¿Cuáles fueron las características del Reino del Norte?

A lo largo de su breve historia, el Reino del Norte tuvo nueve dinastías, con un total de diecinueve reyes.

En general, los reyes del Reino del Norte hicieron muchas cosas que desagradaron al Señor. Incluso muchos de estos reyes llegaron al trono por medios violentos y perversos.

Políticamente el Reino del Norte estaba marcado por mucha conspiración, y religiosamente por mucha idolatría. El propio Jeroboam, primer rey del Reino del Norte, ya estaba implicado en la idolatría e incluso estableció centros de culto ilícitos en su territorio.

Aunque la división política era legítima, la división religiosa era errónea. Los israelitas deberían haber seguido adorando en el Templo de Jerusalén.

El rey más malvado del pueblo de Dios estuvo en el reino del Norte

La época de mayor idolatría y perversión en el Reino del Norte se produjo durante el reinado de uno de los reyes más malvados o el más malvado, el rey Acab, que estaba profundamente influenciado por su mujer Jezabel.

Durante este período Dios levantó al profeta Elías y al profeta Eliseo para denunciar la idolatría en Israel y exhortar al pueblo al arrepentimiento.

Tal fue la corrupción política, social y religiosa del Reino del Norte que Dios usó como ejemplo al profeta Oseas con su esposa adúltera, ejemplificando el adulterio espiritual del Reino del Norte.

Además, profetizó por medio de profetas como Amós acerca de los terribles acontecimientos que vendrían sobre el reino del Norte.

¿Cuál es el Reino del Sur?

La capital del Reino del Sur siguió siendo Jerusalén. A diferencia de los reyes del reino de Israel, que procedían de diferentes dinastías, los reyes del reino de Judá eran todos descendientes de la casa de David.

La única excepción fue el período de poco más de seis años en que Atalía, hija de Acab y Jezabel, usurpó el trono de Judá después de que Ocozías, su hijo, fuera asesinado.

El reino del Sur estaba formado por la tribu de Judá, la tribu de Benjamín, y una parte de la tribu de Leví, aquellos sacerdotes que servían al pueblo y el templo de Jerusalén.

¿Cuáles fueron las características del Reino del Sur?

En general, el Reino del Sur tuvo reyes más comprometidos con la voluntad del Señor.

El culto siguió centralizado en el Templo de Jerusalén, como en los tiempos de David y Salomón. Pero aún así el reino de Judá también tuvo problemas con la idolatría.

Por este motivo varias veces el reino del Sur fue advertido por el Señor a través de los profetas sobre el inminente juicio que sería derramado a causa del pecado.

Joel, Isaías, Miqueas, Sofonías, Jeremías y Habacuc fueron los profetas del Reino del Sur antes de su caída.

¿Cómo fue el fin de los Reinos del Norte y del Sur?

El reino dividido duró poco tiempo. El Reino del Norte duró dos siglos y finalmente cayó bajo el dominio asirio. En el año 721 a.C. Samaria fue invadida por el ejército asirio y la población israelita fue exiliada y nunca más regresó.

El Reino del Sur tampoco duró mucho más. Aproximadamente un siglo y medio después de la caída del Reino del Norte, el Reino del Sur cayó ante el Imperio Babilónico.

En el año 586 a.C. el rey Nabucodonosor invadió Jerusalén y llevó a Judá al exilio por 70 años. Sin embargo, la promesa para el reino de Judá fue que un remanente fiel iba a restaurar el reino después del cautiverio en Babilonia.

Después del cautiverio, un remanente fiel regresó a Jerusalén a reconstruir los muros de la ciudad, y el templo de Jerusalén, aquel que el mismo Señor Jesús cuando sus discípulos se lo mostraron dijo: «Destruyan este templo – respondió Jesús -, y lo levantaré de nuevo en tres días.» (Juan 2:19).

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